25 julio 2006

Extravagancias Fenotípicas III: Humanos con Cola

Continuación de:

Extravagancias Fenotípicas I: Los gatos Sphinx y Kohonas
Extravagancias Fenotípicas II: El Síndrome del Hombre Lobo

Como comentaba hace unos días, en la entrada sobre el mito de la cola de reptil en embriones humanos, el ser humano sí conserva un elemento vestigial de una cola, el cóccix. Se trata de un hueso en la parte final del sacro (el final de la columna vertebral) y salvo que tiene algún papel poco importante en funciones como sentarse o ejercer de "airbag" durante una caída, es un elemento que no aporta demasiada utilidad. Sin embargo, en muy raras ocasiones (hay poco más de 100 casos documentados), un bebé nace con algo más que el cóccix: una cola.



Normalmente suele extirparse nada más nacer pero, a veces, esto no ocurre y encontramos adultos que siguen conservándola:



Aunque en medicina se le llame cola, en la mayoría de los casos, no lo es tal. Una cola normal, que podemos ver por ejemplo en cualquier gato o perro, posee una serie de huesos, cartílagos, médula espinal y una serie de músculos asociados que permiten su movimiento. Los niños que nacen con cola normalmente no van a tener huesos, cartílagos ni médula espinal y los pocos músculos que se encuentran, al carecer de huesos a los que insertarse no van a permitir una contracción coordinada. Lo que sí que hay será tejido conectivo, músculos, vasos sanguíneos, nervios y piel.

Todo esto lleva a que la cola pueda moverse y contraerse a voluntad del niño, aunque estos movimientos van a ser limitados e incoordinados.

En estas dos radiografías podemos ver más claramente las diferencias entre la cola de un gato y las de un bebé con una cola "normal".



En la fotografía de arriba se puede ver muy bien los distintos huesos (vértebras) de la cola. Además, el gato posee una dislocación (cosa que nunca ocurriría en la cola de un bebé puesto que no hay huesos), por eso está algo desviada en donde apunta la flecha.



Aquí, en cambio, es prácticamente imposible distinguir la cola en la radiografía al no existir huesos. Además, elementos como el tejido conectivo, músculos, vasos sanguíneos, nervios y piel que sí están presentes, no suelen distinguirse entre sí en las radiografías. Por lo que aunque estén ahí, se “camuflan” con los tejidos de alrededor que tienen una tonalidad similar. Si se hubiera tomado la radiografía en otra posición, con la cola apartada del cuerpo, se podría distinguir muy levemente unos tejidos. Esa radiografía corresponde al tipo de cola que se suele encontrar de forma más frecuente (dentro de la rareza) y corresponde a esta niña:



Aunque antes mencionaba que las colas normalmente no suelen ser tales, muy excepcionalmente aparecen colas auténticas en humanos, que, a diferencia de las anteriores, poseen vértebras y cartílagos. Debido a ello, son totalmente visibles en las radiografías:



A pesar de que la causa de esta rareza todavía no se conoce con profundidad, se piensa que se debe a una mutación genética que reactiva un carácter oculto de nuestro desarrollo evolutivo que se ha mantenido reprimido en el genoma. De la misma forma que hace poco unas mutaciones en unos pollos provocaron que les salieran dientes y justamente se trataran del mismo tipo que el de sus antepasados.: Pollos mutantes con dientes

Recientes investigaciones refuerzan aún más esta teoría. Gracias a que se descubrieron los genes que controlaban el desarrollo de la cola en ratones y otros vertebrados, se pudo comprobar que estos genes también se han descubierto en el genoma humano. La razón por la cual, no llegamos a desarrollarla a pesar de tener los genes para ello se debe a una regulación a la baja de estos genes que provoca al final la apoptosis (muerte celular programada) de las células que estaban destinadas a formar una cola. Explicado de forma sencilla, tenemos las órdenes del jefe para desarrollar una cola, pero el mensaje termina perdiéndose por el camino. Como consecuencia de ello, la única etapa en la que se observa una cola en el ser humano es entre las cuatro y ocho semanas de embarazo. Exceptuando, claro está, a aquellos que poseen una auténtica cola, que la poseerán toda la vida si no se extirpa.

Si los que tanto criticaban y se mofaban de Darwin levantasen la cabeza y vieran a estos niños se darían cuenta de cómo la ironía de una imagen se puede volver en su contra justo como un boomerang:



No está de más volver a recordar la antigua broma, no vaya a ser que los creacionistas y su vertiente más moderna, los defensores del diseño inteligente, carezcan de memoria histórica. Ya se sabe que quién rie el último, rie mejor.

Para saber más sobre estas colas vestigiales:

Human Evolved from Ape-like ancestors

Atavism

Anatomical Vestiges