23 febrero 2006

La utilidad de las bolsas en ataques de pánico y ansiedad

La mayoría de los lectores seguramente habrán presenciado algún ataque de pánico o alguna crisis de ansiedad, son relativamente frecuentes. Y van en aumento, la ansiedad junto con la depresión son los dos problemas psicológicos más importantes en Europa.

Quizás hayan visto también como alguien, tras ver que la crisis no mejoraba, utilizaba una bolsa de plástico (o cualquier otra bolsa que estuviera a mano) poniéndola sobre la cara del que sufría el ataque para que respirara a través de ella. Lo curioso de esta actuación es que la mayoría de gente que lo hace no sabe exactamente por qué ese hecho mejora la situación de la persona y muchas personas tampoco saben siquiera por qué se hace. La actuación suele ser por puro empirismo e imitación. Dicho de otra forma: Si Menganito observó que hace un año Fulanito aplicó una bolsa para respirar en un ataque de pánico y la situación mejoró, ahora Menganito hace lo mismo para ayudar a la persona que tiene enfrente y que le acaba de dar un ataque de ansiedad.

Pues bien, esta quizás sea mi primer post de medicina que resulte realmente útil para todo el mundo, pues casi seguro que en algún momento de la vida, presenciará dichos ataques. Resulta paradójico como muchísima gente tiene conocimientos elevados de primeros auxilios en cuanto a reanimación pero cuando se trata de ataques de pánico y ansiedad la información es casi nula. Así que intentaré dar una explicación ni muy breve pero tampoco demasiado extensa sobre lo que ocurre en esos ataques, cómo afecta a la respiración y cómo con una simple bolsa podemos mejorar con mucho la situación.


Lo que ocurre en los ataques de pánico y ansiedad es que casi siempre suelen ir acompañados de sensación de falta de aire. Lo que en medicina se denomina como Disnea. Hecho que va acompañado con un aumento en la profundidad y frecuencia de la respiración (llamada Hiperventilación). Vamos, dicho claramente, que la persona siente como si se asfixiara y respira muy rápidamente. Y este proceso, si es bastante enérgico y dura demasiado puede ser bastante perjudicial.

En la respiración normal el oxígeno (O2) que respiramos pasa de los pulmones a la hemoglobina de los glóbulos rojos en sangre. Mientras, el C02 pasa de los tejidos a los glóbulos rojos y de ahí a los pulmones para expulsarse. Todo está en equilibrio.

Sin embargo en una hiperventilación que tiene como causa una sensación subjetiva de falta de aire, cuando en realidad no le falta oxígeno por ningún lado, este equilibrio se va a la porra.
Y alguien se estará preguntando... ¿Y cómo puede irse a la porra el equilibrio? ¿Si respira más rápido cogerá más O2 y expulsará más CO2, no?

Pues no, ese es el problema. Que la captación de O2 y la expulsión de CO2 en hiperventilación no es simétrica. Por la sencilla razón de que en una situación normal la hemoglobina ya capta casi todo el oxígeno que es capaz de retener y en una hiperventilación apenas capta un poco más. En cambio, el CO2 en hiperventilación se expulsa muchísimo en comparación. Al final, lo que pasará es que tendremos una sangre con un ligerísimo aumento de la concentración de O2 y una disminución considerable de la de CO2.

El CO2 es una de las moléculas que determinan el pH sanguíneo a través de esta reacción:

CO2 + H2O <---> H2CO3<----> HCO3- + H+


Como vemos, actúa como un ácido en sangre, disminuye el pH porque aporta protones. Por tanto, en hiperventilación, que tenemos una concentración de CO2 disminuida el pH de la sangre aumentará, se hará más básica. Una sangre básica como causa de hiperventilación es lo que se denomina Alcalosis Respiratoria. Esta alcalosis puede ser muy peligrosa. Ya que actúa dentro de un círculo vicioso:

La alcalosis lleva a mareos, temblores, sudoración y hormigueos, pudiendo llegar a calambres. Esto a su vez genera más ansiedad, la persona se pone más nerviosa, respira más rápido, lo que lleva a más alcalosis y así indefinidamente...

Si el ataque no se para antes de un determinado tiempo o no se le pone una bolsa en la cara para que respire a través de ella, podría llegar, en el último extremo, a sufrir convulsiones y se arma la de dios.

Lo que conseguimos al ponerle la bolsa es que aumentamos la cantidad de CO2 inspirado. Ya que cada vez que respira (inspira y espira) la cantidad de O2 de la bolsa disminuye porque lo capta y la de CO2 aumenta porque lo libera en ésta. Aumentando así los niveles de CO2 en sangre y corrigiendo la alcalosis.

Forma de Actuación ante una Crisis de Pánico o un Ataque de Ansiedad

Lo primero de todo, antes de intentar ponerle una bolsa en la cara a la persona, lo mejor es probar a tranquilizarla. Si el ataque es producido por alguna fobia, hay que apartala tan pronto como sea posible del foco fóbico. Si pasa entre medio minuto y un minuto y el ataque no tiene pinta de desaparecer le avisaremos que le vamos a poner una bolsa para respirar mejor. Es importante avisarle, porque ponerle una bolsa sin decirla nada puede aumentar mucho más su ansiedad. Lo ideal sería que fuera la propia persona la que se lo colocase, pero si esto no puede ser así, seremos nosotros mismos los que la coloquemos.

La bolsa no debe cubrir toda la cabeza sino sólo la parte de la cara que abarque la nariz y la boca(queremos ayudarle a respirar no asfixiarla). Una bolsa pequeña será difícil de colocar pero aumentará rápidamente los niveles de CO2 en sangre, mientras que una bolsa grande será más fácil de colocar y tardará algo más en aumentar los niveles de CO2. Hay que tener cuidado también de que la persona no esté mucho tiempo seguido respirando de la bolsa, retirándosela en intervalos de tiempo breves, para que vuelva a respirar aire fresco. Mantendremos este procedimiento hasta que el ataque desaparezca.

Bueno, ya está, es mucho más compleja la explicación de por qué poner la bolsa que la explicación de cómo realizarlo, ya que esto último es casi intuitivo. Pero realizar algo con conocimiento de causa siempre será mucho mejor que realizarlo porque sí.