05 agosto 2005

Cuando un día el mundo se pone en tu contra...

Todos hemos tenido esos días en los que lo mejor es no levantarse, quedarse simplemente viendo pasar el tiempo y esperar al día siguiente. Lo malo es que sólo nos damos cuenta una vez ya llevamos horas levantados sufriendo hechos desastrosos uno detrás de otro y entonces es imposible volver atrás. Como si los planetas se alinearan sólo para fastidiarte ese día xD

Bien, yo tuve un día así el último día de la campus party, al día siguiente de salir de fiesta y en el que tenía que hacer las preparaciones para volver en tren al pueblo. Habiéndome acostado hasta las tantas, me levanté demasiado temprano con mareos y naúseas (y menos mal que no habia bebido de garrafón >_<), tras volver a acostarme porque no estaba para hacer maletas precisamente, a la media hora llamada al móvil (cuando siempre siempre lo tengo apagado cuando me pongo a dormir, pero ese día se ve que era la excepción). Ya no pude seguir durmiendo y además noté que no sólo llevaba mal lo que bebí el día anterior, sino que la cena del japonés me había sentado como una patada en el estómago. En estado zombie comatoso, intenté tomar unas pastillas que sólo me sirvieron para darme arcadas y dejarme un mal sabor de boca.
Como tenía que preparar las maletas y el tren salía a las pocas horas no tenía otro remedio que ir dando tumbos de un lado para otro como medianamente podía. Entre arcadas, naúseas, mareos, dolor de cabeza, enteritis y sin poder comer nada, ¡viva!
El caso es que al final pude prepararlo todo, con prisas y sin descanso (ni siquiera me dió tiempo a comer) pero pude.
Lo siguiente unido al estado anterior (Entre arcadas, naúseas, mareos, dolor de cabeza, enteritis y sin poder comer nada) era ir cargada como una mula con una maleta que pesaba casi lo mismo que yo, un maletin y una mochila. Yendo cual alma en pena a pleno sol del mediodia por valencia para buscar un puto taxi que no aparecía ni a la de tres. Y las veces que aparecían pasaban de largos los hijos de su... porque llevaba mucho equipaje. Más de media hora esperando y yo viendo que no llegaba a tiempo y perdía el tren. Cuando ya perdí casi toda la esperanza, paró uno, cuando quedaban cinco minutos para que el tren partiera. Vamos, que no daba tiempo ni de coña, pero al menos tendríamos que ir a la estación a comprar los billetes para el próximo tren. Llegué a la estación y cual fue mi sorpresa al ver que el tren había venido con retraso y aún estaba en la estación (Pensaba: Increible, si al final pasan cosas buenas y todo en días como estos).

Ahí que voy, con mi estado inicial que no voy a volver a repetir, más cargada que una mula y corriendo a toda hostia con un calor que asfixiaba para intentar cogerlo. Viendo que no había nadie en la cinta transportadora, paso de largo y me dirijo a la azafata para darle los billetes. Pero no, tenía que volver el guardia de turno para volver otra vez atrás y poner todo el dichoso equipaje por la cinta transportadora y yo viendo que el puto tren se iba. Una vez que ya paso todo el equipaje y llego con los billetes de nuevo a la azafata justo enfrente del tren, veo como éste se va...


En fin, la cara que se me quedó, más cómo iba tuvo que ser digno de ver, al final tuve que ir en un regional con el dichoso aire acondicionado a tope para rematarlo todo y casi pillarme un resfriado (aunque fui casi todo el camino con la piel de gallina, menos mal que al final no lo pillé).

Ley de Murphy: Si las cosas empiezan mal, terminarán peor.