02 agosto 2005

La distancia que separa las ideas de las palabras

Ahora que tengo conexión "estable" (la que el alcance de las ondas wi-fi me permiten) postearé más a menudo. Si el tiempo libre y la inspiración se juntan en el momento adecuado, claro está. Muchas veces tenemos el tiempo pero no las ideas y a veces las ideas pero no el tiempo. Ocasiones en las que tenemos el tiempo y las ideas pero la dejadez gana. Y veces que existen las ideas pero no sabemos darle forma o unirlas de forma que puedan ser expresadas con claridad, fluidez e incluso que lleguen a ajustarse perfectamente a lo que tenemos en mente.


¿Cuántas veces nos ha pasado que no hemos sabido plasmar con palabras nuestros pensamientos que tan claros nos parecen a nosotros mismos? Y también de plasmarlos y notar la sensación de que esas palabras cojean, que todo su conjunto no es nada más que una aproximación burda de lo que nuestra mente piensa.

Ahora mismo, mi mente intenta encontrar las palabras que más se ajusten para manifestar mis ideas, buscando sinónimos, encontrando nexos, dando vueltas en circulos sobre las mismas frases para que se acerquen cada vez más a mis pensamientos que quiero expresar. Pero hay un límite, cuando me doy cuenta de que hay cosas que no pueden expresarse en esas confusas palabras. Que el mismo lenguaje está limitado y que puede confundir a los demás y a nosotros mismos. Palabras como justicia, amor, odio, no son sino comodines, conjuntos de letras que utilizamos para referirnos a ideales e ideas complejas. Por eso, esas palabras tendrán distinto significado para quien las utilice, puesto que su visión, sus pensamientos asociarán esas palabras con la experiencia previa que
tenga de ellas.


Palabras como banco, pluma o gato, que por si mismas, aisladas, no tendrían un significado concreto, sino que dependen de las palabras de alrededor para que podamos encontrarlo, a través del contexto. Palabras como azul, rojo, amarillo, que nos aproximan a imaginar un determinado color, pero que no indican exactamente el que tenemos en mente. No podemos reflejar la intensidad, el brillo, la tonalidad que nosotros conocemos y que al transmitirse por palabras esos detalles van perdiéndose.

Además, cuando estas palabras se expresan por el habla, son espontáneas, el significado se distancia aún más del pensamiento original y los detalles se van perdiendo más y más. En esa espontaneidad en la que hablamos con alguien, omitimos detalles y elegimos rápidamente palabras para que el tiempo utilizado sea mínimo. Resumimos, recortamos y transpapelamos los pensamientos.


Hace unos días, cuando volvía en coche después de haber bebido lo suficiente para que las palabras fueran más espontáneas, pero no lo bastante como para ser incomprensibles me di cuenta de la razón de esa mayor fluidez a la hora de hablar. No racionalizaba tanto lo que iba a decir, no intentaba ajustar las palabras a las ideas, simplemente elegía las que más a mano tenía sin molestarme en comprobar que eran las perfectamente adecuadas. Adquiriendo fluidez en el diálogo pero distanciamiento de las ideas originales.Sin embargo, ahora, que escribo, (un lenguaje no espontáneo), sopeso cada palabra, cada relación con la siguiente, la fluidez disminuye pero me acerco más a mis pensamientos (hasta dentro de un límite).



Se sabe que el lenguaje humano ha ido evolucionando. Primero las pinturas, después el lenguaje hablado, más tarde la escritura... ¿Y si la siguiente evolución en el lenguaje fuera otra forma mucho más exacta y ajustada a los pensamientos, en los que no tuvieramos que utilizar palabras como instrumentos, sino expresando directamente las ideas? Una especie de telepatía en la que pudiéramos transmitir las ideas en estado puro y de forma espontánea. Es difícil de imaginar, de la misma forma que no podemos imaginar como sería si pudiéramos ver colores que ahora no podemos ver pero otros animales sí o escuchar sonidos que no podíamos escuchar. Con razón algunas escuelas filosóficas trataron (sin éxito) de crear un lenguaje por palabras que fuera totalmente ajustado a la realidad, pero cometieron un error de base, el uso de las palabras.