17 octubre 2005

¿Por qué Medicina...?

Cuántas veces habré oido esta pregunta.... y cuántas veces me la habré hecho a mí misma...
Las sesiones de estudio dan tiempo para todo, incluidas sesiones de cuestionamiento filosófico existencial. No tan famosas como las preguntas "¿De dónde venimos?, ¿A dónde vamos"?, pero sí lo bastante extensas como para que me olvide por unos momentos de qué estaba estudiando. Mi teoría personal es que es una válvula de escape de mi mente cuando lleva ya muchas horas de estudio y termina saturándose (risas). Eso, y además la búsqueda de las razones que me animen a continuar la sesión de estudio.

Es curioso, normalmente si entrases a cualquier otra carrera, la gente no te suele preguntar el por qué la haces, simplemente suelen pensar que es porque te gusta o por las salidas laborales. Lo he comprobado ya varias veces con gente de mi alrededor y conmigo cuando nos preguntaban que qué haciamos. Tras responder que Medicina, la posterior pregunta era "¿Por qué? y la segunda más probable era "¿Por vocación?". Claro, ante estas preguntas, sólo puedo decir que vocación nunca tuve. En cuanto a el por qué, en el momento de empezarla, no lo tenía muy claro. Ahora quizás tenga la respuesta, pero no es algo que pueda explicarse de forma sencilla y mucho menos contárselo a alguien que pregunta esperando una respuesta de una frase, corta y clara. Así que procuro responder de forma más aproximada posible: "Por bastantes razones". Con la consiguiente sorpresa del que pregunta, que esperaba una respuesta sencilla y parece que le diera largas. Responder con sencillez sólo serviría para simplificar demasiado las razones de mis acciones.

Nunca he comprendido por qué sólo para Medicina te preguntan si es por vocación, como si fuera una carrera distinta de las demás. Hay mucha gente que se mete por ejemplo a Informática por vocación y también otra gente que entra a Medicina sin tenerla (como en mi caso).
Quizás sea la visión que tiene de fuera la carrera, como una muy difícil. larga y sacrificada, que serlo, lo es, pero no tanto como para que sólo sea posible hacerla si se tiene vocación.

Aún así, la razón de por qué la hago es algo que me pregunto a menudo. Podría haber hecho cualquier otra carrera, más corta y más fácil, haber terminado antes, con mejor sueldo, menos horas, menos responsabilidades. En resumen, muchas menos preocupaciones y más ventajas.
No es una carrera que me disguste pero tampoco que me encante. Sólo me di cuenta de lo que diferenciaba a las demás cuando empecé con las prácticas de hospital.

La verdad es que estas prácticas me impresionaron. Ya desde el primer día, ver como los enfermos, aún a pesar de los problemas de salud que tenían, luchaban por mejorarse, y bastantes con el ánimo mucho más alto que la gente normal. Contentos por el mero hecho de poder seguir viviendo, de curarse y volver a la vida corriente. Con ganas de seguir adelante y con optimismo. Cuando salía del hospital me daba cuenta realmente que la mayoría de gente se preocupa por verdaderas estupideces. Y pierde de vista lo realmente importante. Ahogándose en sus pequeños vasos de agua. Sólo cuando se dan cuenta de que han perdido algo importante se dan cuenta que todas sus preocupaciones anteriores eran nimiedades y que deberían haber disfrutado de la vida cuando tenían ocasión. Porque nunca sabemos cuánto nos va a durar.

Cuando mi médico tutor (qué suerte tuve de tenerlo como maestro) comunicaba el alta de algún paciente o como éste volvía tras haber cumplido el tratamiento y había mejorado, los gestos de alegría y agradecimiento eran visibles por todos lados. Un ejemplo muy claro de todo ello era que mi maestro era raro el día de diciembre que no salía del hospital sin un montón de regalos de agradecimiento de los pacientes. Fue al ver las caras de ellos cuando me di cuenta de la razón principal por la que me llenaba como persona hacer Medicina. Poder devolver esas sonrisas a las personas en la medida en que me sea posible, sentir que por mi esfuerzo puedo curar o aliviar el sufrimiento físico (y a veces psíquico) es suficiente para sentirme orgullosa de ello, aunque en ocasiones ese esfuerzo no consiga salvar a esa persona. Y recordar que la vida y la salud son ya de por sí un don. Y ayudar, aunque sea con un pequeñisimo grano de arena, a que este injusto mundo sea un poco mejor.

Elija la especialidad que elija, me dedique a la investigación o no, irá encaminado a curar sin perder esa humanidad. Si puedo lograr eso, estaré feliz.

Esa sería mi respuesta.