Al tiempo que los ordenaba he aprovechado para echarle un vistazo a mi letra durante el transcurso de los años. La idea vino cuando leí esta entrada en el blog de Javi Moya hace unos días y que me pareció, cuánto menos, surrealista:
¿Se han preguntado alguna vez por qué los médicos escriben tan mal? Quizá para evitar el efecto nocebo… Se le ha atribuido a la pésima caligrafía de los médicos perseguir como objetivo la encriptación de información entre profesionales cuando la comunicación es transportada por el paciente. Con está grafía, los médicos aparentemente podrían intercambiar mensajes y consultas sobre tópicos de alta sensibilidad para el paciente sin producirle alarma. El problema es que esa misma escritura deforme es la responsable de recurrentes errores de interpretación, lo que ha provocado que en EEUU una nueva ley obligue a los médicos a utilizar letra de imprenta en sus recetas. En adelante, la letra cursiva pasa a ser ilegal para realizar prescripciones médicas.
Pues bien, para todo aquel que se haya preguntado porqué los médicos escriben tan mal, aquí va el ejemplo de una servidora para demostrar lo que llega a degenerar la letra tras años de carrera pero por causas mucho más prácticas y menos oscuras que la encriptación de información.
Primero de todo, hay que dejar claro que mi letra ya dejaba bastante que desear antes de entrar en la carrera, pero los demás lo entendían, de eso doy fe. También influye el hecho de que soy zurda y tiendo a inclinar más aún la letra, lo que hace que parezca que esté en cursiva.
Aquí tenemos la letra inicial nada más empezar primero de medicina. Algo poco estética (por decirlo eufemísticamente), pero entendible:
Pasamos a segundo curso y ya se empieza a notar cierta degeneración de la caligrafía. La letra se hace más angulosa y cursiva. Algunas personas ya no son capaces de entender lo que pone.
Continuamos por tercero. Se nota un ahorro de los trazos, al tiempo que se van haciendo más y más angulosos. Ya sólo personas cercanas a mí, además de estudiantes de medicina y médicos, son capaces de leerlo.
Cuarto de medicina. La letra ha degenerado hasta límites insospechados. Sólo algunos elegidos son capaces de entender que eso es una letra basada en el alfabeto español y no un nuevo tipo de escritura jeroglífica. Normalmente son profesores y médicos, ya curtidos en leer de los más variados estilos caligráficos.
Y todavía me quedan quinto y sexto, espero que mi letra no se convierta en el terror de los farmaceúticos. De todas formas, procuro hacer la letra entendible cuando la situación lo requiere, aunque yendo muy lenta, eso sí.
La causa de esta degeneración caligráfica progresiva (DCP) se debe a un aumento de la velocidad de escritura a costa de la calidad. A diferencia de otras carreras, en medicina se estudia sobre todo de apuntes y los libros se utilizan como consulta. Por eso, se intenta apuntar todo lo que se pueda. Se une el hecho de que los profesores suelen ir bastante ligeros en las explicaciones. ¿Cómo se aumenta la velocidad? Disminyendo la cantidad y longitud de los trazos por cada letra o extendiendo los trazos pero siendo muy rectilíneos, eso permite mover el brazo también más deprisa de izquierda a derecha, a cambio de una letra inclinada.
Aunque es un proceso muy lento, tras el paso de muchos años la letra va cambiando. Hay unas personas en las que se nota más y otras en las que menos. Pero una cosa es segura, ninguna termina escribiendo al final de la carrera mejor o igual que cuando entró. Tengo compañeras a las que hace unos años pedía apuntes y ahora no puedo hacerlo porque directamente no entiendo lo que ponen en ellos.
Así que es una pena, pero no, la mala letra de los médicos no es para encriptar información a los pacientes, es por la DCP propia de la carrera y que se ve reforzada por la escritura rutinaria y ultrarápida de recetas o informes una vez ya se ejerce. Es rara la semana de prácticas de hospital en la cual no haya tenido que descifrar junto a algún médico el informe de algún compañero. A veces, algunas palabras las sacábamos por el contexto y, en ocasiones, no había manera de entender lo que ahí se ponía.
En fin, ojalá llegue el día en que todos los informes sean informatizados, así nunca habrá problemas de letras indescifrables y las posibilidades de que se pierdan los informes serán mucho menores. Hasta entonces, sólo hay dos tratamientos paliativos para la DCP, tratar de escribir más lento para realzar los trazos o vover a hacer prácticas con ésto.