Imaginemos que, por casualidad, nos encontramos ante unos restos óseos bastante conservados, no están rotos y la mayoría del esqueleto está presente. ¿Cómo podríamos saber con seguridad si se trataba de un hombre o de una mujer? Ni qué decir tiene que no tenemos el dinero ni los medios de CSI y tampoco a nadie a mano para que nos haga un análisis del ADN a la velocidad de la luz para conocer el sexo según los cromosomas que posea. Tan sólo tenemos nuestros conocimientos básicos de anatomía y es con lo que tendremos que apañarnos.
Lo primero que tenemos que recordar es que la pelvis es la clave para distinguir ambos sexos. Ésta es muy diferente entre ellos y se debe exclusivamente a una razón, la pelvis femenina tiene una serie de características especiales que permiten la realización del parto. Aunque hay otros huesos que nos muestran ciertos indicios del sexo (mandíbula, bóveda craneal, etc) el que más información nos va a aportar va a ser la pelvis. Otro hecho que ayudaría sería conocer la densidad de los huesos. Los hombres suelen tener una mayor densidad ósea que las mujeres a una misma edad. Pero dado que no conocemos la edad del esqueleto y ésta es difícil de hallar si no es a través de otras tareas más complejas, sólo nos servirá para valorar todo el conjunto.
Aquí tenemos veríamos como es la pelvis de cada sexo desde arriba:
He coloreado a mano (se nota) las zonas y contornos que van a ser más importantes para diferenciarlos.
1. El diámetro transversal de la cavidad pélvica de la mujer es mucho mayor que el del hombre. Hecho totalmente necesario para que la cabeza y los hombros del feto puedan pasar cuando se desencadene el parto.
2. Las espinas ciáticas (las protuberancias óseas que salen rodeadas de verde) son mucho más grandes en el varón y se observa como se encuentran muy cerca del hueso rodeado de azul, que se trata del cóccix.
3. El arco detrás de la zona central del pubis (sínfisis pubiana) es mucho más amplio en la mujer que en el hombre.
4. En la mujer el sacro, junto al pubis, se encuentra desplazado hacia atrás. Mientras que en el varón observamos claramente como sobresale.
Como resultado de estos cuatro factores, la cavidad de la pelvis femenina es mucho más amplia que la masculina.
Un truco que puede ayudar para saber el sexo de una forma muy fácil (e infantil, dicho sea de paso) es hacernos una imagen mental del contorno de la cabeza de Mickey Mouse. Si el contorno de la cavidad de la pelvis es como la cabeza de un Mickey Mouse obeso es probable que sea la de una mujer. Si por el contrario el contorno se asemeja más al Mickey Mouse normal o delgadito, lo más seguro es que se trate de un hombre.
Si pasamos a ver ahora la pelvis como si la tuviéramos enfrente:
Vemos como el arco púbico (en rojo) de la mujer tiene forma de U invertida, mientras que la del hombre tiene forma de V invertida. El arco púbico de mayor amplitud de la mujer se debe a lo mismo que las características comentadas anteriormente, facilitar la expulsión al exterior del feto.
Y con toda esta suma de peculiaridades podemos saber, con bastante probabilidad el sexo. Claro que hay excepciones, si se trata de un niño/a de corta edad, las diferencias anatómicas en la pelvis serán más difíciles de ver. Y también puede ocurrir, aunque es poco frecuente, que una mujer tenga una pelvis más parecida a la del hombre. Cuando llegara el momento del parto, o bien tendría muchas dificultades o directamente le resultaría imposible llevarlo a cabo. Y es que las adaptaciones de la pelvis femenina son imprescindibles. El paso a través de los excasos 13 centímetros del canal del parto es uno de los viajes más peligrosos que realiza el ser humano. De hecho, el riesgo de mortalidad durante el parto es similar al riesgo acumulado de la persona durante 30 años de vida.